EL HARAS

Jeppener, un pequeño y pintoresco pueblo de la Provincia de Buenos Aires fue el lugar elegido, en el mes de enero de 1947, por Don Eduardo Silvestre Blousson y su mujer María Leonor Nora Rodriguez de la Torre, para comenzar a darle vida a su pasión por los caballos pura sangre de carrera.

Los comienzos fueron con mucho esfuerzo y dedicación, incorporando yeguas madres y Pershing como padrillo. Con el tiempo el plantel de yeguas se fue acrecentando rápidamente con la incorporación al Haras de las potrancas provenientes del Stud, además de la llegada denuevos padrillos como Rey del Bosque, Tristán, Empire Ruler y King O` Turf, uno de los primeros sementales importados desde Estados Unidos. Tanto esfuerzo fue dando sus frutos, poniendo el nombre Haras La Nora en un sitio destacado dentro del turf argentino. Algunos de los ejemplares que coronaron con éxito su dedicación fueron: Cachetero, ganador de la Polla de Potrillos G1, Trisca, Talavera, King Jet, Trio, Empiria, Trufaldin, entre otros.

El Haras fue creciendo hasta desarrollar una estructura de más de 100 boxes. Fue también un refugio para los nueve hijos de Eduardo y Nora, y sus primeros nietos, a quienes fueron trasmitiendo la pasión y amor por los caballos. Luego de unos años de impasse su nieto Silvestre pudo cumplir un sueño, y tal vez un legado de su abuelo Eduardo, quien en largas charlas a menudo manifestaba lo que le gustaría que sus nietos pudieran continuar con algunas de sus pasiones, el turf y el deporte. Fue así que en el año 2007 logra recuperar los colores del Stud y tras el fracaso de su primera potranca adquirida para correr, decide comenzar con la crianza; estableciéndose en San Antonio de Areco, donde con María Eyherabide y sus dos hijos Camila y Santiago impulsan la segunda etapa de La Nora.

Un nuevo objetivo, pero con la misma pasión y dedicación: apostar a un selecto y reducido plantel de yeguas madres, con el principal objetivo de una alta calidad, basada en una rigurosa selección genética y reproductores reconocidos.

El Haras fue creciendo hasta desarrollar una estructura de más de 100 boxes. Fue también un refugio para los nueve hijos de Eduardo y Nora, y sus primeros nietos, a quienes fueron trasmitiendo la pasión y amor por los caballos. Luego de unos años de impasse su nieto Silvestre pudo cumplir un sueño, y tal vez un legado de su abuelo Eduardo, quien en largas charlas a menudo manifestaba lo que le gustaría que sus nietos pudieran continuar con algunas de sus pasiones, el turf y el deporte. Fue así que en el año 2007 logra recuperar los colores del Stud y tras el fracaso de su primera potranca adquirida para correr, decide comenzar con la crianza; estableciéndose en San Antonio de Areco, donde con María Eyherabide y sus dos hijos Camila y Santiago impulsan la segunda etapa de La Nora.

Un nuevo objetivo, pero con la misma pasión y dedicación: apostar a un selecto y reducido plantel de yeguas madres, con el principal objetivo de una alta calidad, basada en una rigurosa selección genética y reproductores reconocidos.